Saliendo del shock

lunes, 5 de octubre de 2009

Entre zarandeo y zarandeo John recuperó la conciencia, su cabeza comprendía ahora las imágenes que sus ojos captaban y los gritos que varios hombres le dirigían. No recordaba nada de lo sucedido. Bajó la cabeza en busca de alguna pista, delante de él, en el suelo, yacía el cuerpo de una mujer, ensangrentado y contorsionado. Una batería de imágenes le vino a la cabeza, intentó buscarles un orden lógico.

Una sirena retumbó en su cabeza como si estuvieran dándole golpes con un martillo. Una ambulancia apareció junto con dos coches de policía. Los servicios médicos bajaron a toda prisa y se dirigieron hacia la mujer, con una rapidez impresionante la prepararon para trasladarla al hospital, la subieron en el vehículo y partieron acompañados por uno de los coches policiales, la operación no duró mucho más de cinco minutos.

Los agentes que habían llegado en el otro coche se dirigieron hacia John:

-¿es usted el conductor del vehículo?

John vaciló un momento, en un instante los hechos se reprodujeron en su cabeza como si de un vídeo se tratara, las emociones vividas durante el suceso volvieron a sacudirle y recordó todos y cada uno de sus movimientos y pensamientos antes del choque. El policía insistió:

- ¿Y bien?
- si, soy yo.
- bien, hágame el favor de soplar aquí.- su compañero sacó el alcoholímetro y se lo dio a John. El taxista sopló.- Todo bien.

A continuación John fue avasallado con preguntas sobre los sucesos por uno de los agentes mientras el otro se encargaba de interrogar a los testigos. Tras esto, fue sometido a otra prueba de alcoholemia y después otra ronda de preguntas. Para tranquilidad de John, los agentes parecieron entender que el no había sido el causante del incidente y optaron por volver hacia la muchedumbre. Mientras John observaba la escena otra vez, una anciana de pelo blanco se acercó a él:

- tranquilo jovencito, no ha sido culpa tuya, todos lo hemos visto.- a John le pareció gracioso lo de “jovencito”.- Ha sido una desgracia, no ha sido culpa de nadie.

Entonces el taxista se hizo eco de la escena de aquel hombre cruzando la calle a toda prisa y comprendió finalmente lo que había ocurrido. “ha sido culpa suya”. Apretó los puños hasta que casi no sentía la sangre circular por sus manos, pero aquello ahora no era importante.

- La mujer se llama Enma McArthur, por si quieres ir a visitarla a la clínica.
- Muchas gracias.- respondió John a la anciana, se dirigió hacia los agentes y les pidió permiso para marchar al hospital, tras darles estos el visto bueno y obtener sus datos, el hombre se fue con la esperanza de que aquella mujer consiguiera aguantar aquel golpe.

5 comentarios:

Javi dijo...

Muy bien Chavito. Corregido el tema de las comas y puntos ya casí eres un pofesional!!! Interesantes acontecimientos. Me dejas pensando que se te podrá ocurrir más adelante...

Roberto Lí dijo...

mi madre !

Anónimo dijo...

Carece de tono, de intensidad, de
desenlace tampoco se puede incluir
en un estilo surrealista, en defintiva no sé lo que has escrito.

José Manuel González dijo...

@Anónimo
forma parte de una historia que voy escribiendo en el blog, no tiene desenlace porque tiene continuación. si quieres enterarte lee lo demás. La próxima vez que comentes utiliza un seudónimo o firma tras el comentario por favor.
un saludo.

Ayo dijo...

Me ha gustado la historia, es entretenida y adictiva a la hora de leerla, ánimo!