Barbacán. La guarida del maligno (R.A. Salvatore)

miércoles, 28 de abril de 2010

Sinopsis: Elbryan se ha convertido en Pájaro de la Noche, un experto guardabosques. Pony se hace llamar Jill y se ha enrolado en los Guardianes de la costa. Pero sus destinos volverán a cruzarse y a ellos se sumará el fraile Avelyn, uno de los que fueron a buscar las gemas caídas del cielo en la isla Pimaninicuit; juntos deberán enfrentarse al terrible demonio, el Dáctilo, que desde su fortaleza de Barbacán lanza a sus ejércitos de trasgos, gigantes fomorianos y powris a la conquista de las tierras libres de Corona. Será un conflicto largo y terrible, porqué las fuerzas están muy desequilibradas.

Opinión Personal: La historia mejora notablemente con respecto a la primera parte. Aunque sigue sin ser gran cosa. El relato se hace en ocasiones más pesado de lo que debería y Salvatore se empeña en describir todo hasta la saciedad. También he encontrado varios fallos en la historia y cosas que a mí personalmente me parecen una fantasmada que el autor ha escrito para salir del paso, no diré cuales para no hacer spoiler.

En cuanto a los personajes solo puedo decir que en toda la historia me gustan dos, Avelyn (el único que me gustaba de la primera) y el centauro Bradwarden, que aparece como nuevo personaje en esta entrega de la historia. Por su parte Elbryan y Pony siguen siendo igual de ñoños y cansinos que en el primer libro y parece que no saben hacer nada solos. Avelyn ha sido bautizado en los pueblos como “el fraile loco” ya que va predicando el despertar del demonio, cosa que nadie cree. Además ha engordado bastante y Salvatore le ha colocado una coletilla (vaya, vaya), supongo que para provocarnos más simpatía hacia él, en ocasiones funciona. Por último, Bradwarden es un centauro algo escéptico y capaz de comerse cualquier cosa, animal u hombre, que haga daño al bosque en que habita.


Como mejora con respecto al “despertar del demonio”, no se me ha hecho tan casino leerlo y el final me ha parecido en cierta medida satisfactorio (aunque no ha terminado de gustarme) no tengo más remedio que darle un aprobado raspado.